UN CORO: ¿Escuela de Humildad?
Alguna vez, después de un encuentro coral, alguien tomó la palabra para despedir a las agrupaciones participantes. Y después de agradecer la actuación brindada, les recordó a coralistas y directores que jamás dejen de ser “una escuela de Humildad”.
Esa frase me pegó de tal manera, que reafirmé “mi otra definición de coro”. Y me puse a reflexionar. Tal vez podríamos pensar que no apunta a lo artístico, pero si entendemos como arte cualquier actividad o producto realizado por el hombre, con una finalidad estética, de comunicación, con el objetivo de expresar ideas y emociones, me pareció excelente y acertada esta nueva concepción.
Porque la humildad es la actitud básica que posibilita y potencia el crecimiento de todo ser humano. Y es el coro integrado por personas de buena voluntad, uno de los centros donde podemos descubrir y poner en práctica esta virtud. Una de las más nobles del espíritu humano. Las más bella melodía coral interpretada desde lo más íntimo del ser, sin humildad, representa lo mismo que un bello candil que no alumbra.
Yupanqui decía: … “Yo voy andando y cantando, que es mi modo de alumbrar”. Y no de Deslumbrar. Que si bien la palabra se define como provocar gran admiración en los demás, si no brota desde el convencimiento de que el canto es “idea y emoción”, ENTONCES SERÁ UNA EXPRESIÓN VACÍA, HUECA y para nada sincera.
Siempre sostuve que los coros deben ser integrados por valientes. Coralistas valientes. Directores valientes. Porque la humildad exige valentía, confianza en nosotros mismos, respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Alguien dijo: “La humildad es signo de fortaleza. Ser humilde no significa ser débil y ser soberbio no significa ser fuerte”. Pero vayamos un poco a la cuestión etimológica, que nos puede aportar una idea más “clarificadora”: Humildad proviene de humus, tierra fértil, y está emparentada con humor, humanidad. La humildad nos humaniza. Nos permite mirar, además, todo con humor. Podemos concebir la vida como fértil y la persona floreciendo y dando frutos.
Cuántas veces en esta bendita actividad tenemos la sensación de percibir a ciertos “directores” o “agrupaciones” encontrándose en un pedestal. Que miran desde arriba. Que se ubican en otro nivel. Tal vez esto ocurra porque en sus grupos aún no han descubierto la palabra Humildad, sintiendo que ella humaniza y nos hace sentir más afables y familiares.
Jamás debemos olvidar que en un coro todos sabemos algo y todos ignoramos algo. Sin humildad, “el director o el coralista” difícilmente escuchará al otro, considerándolo demasiado alejado de su “nivel de competencia”. Por ello es importante que en un coro vibre la palabra “aceptarse”. Término clave que nos ayudará en nuestro crecimiento personal, también.
Esta tarea será siempre inacabada. Cada ensayo, actuación o reunión nos hará ejercitar en ella, descubriendo nuevas realidades que debemos aceptar. No olvidemos que la humildad no es un concepto, es una conducta, un modo de ser, un modo de vida. Y cada integrante (director y coralista) debe ir limando muchas de sus impurezas e imperfecciones, pero no sólo desde lo técnico musical, sino desde lo más profundo de su corazón.
Y es que en un coro : El director debe ser tolerante y el coralista también. El coralista debe ser paciente. El director también. El director debe ser condescendiente. El coralista también. El coralista debe ser prudente. El director también. El director debe tener la paciencia. El coralista también. El director aporta lo suyo. El coralista también. En un clima de ensayo debe predominar la mansedumbre, sin permitir, jamás, perder la esperanza.
Por ello, creo que es beneficioso concebir al coro como una escuela de humildad. Porque quien aprende realmente a ser humilde logra vivir una vida más feliz. Y esa felicidad también se expresa cantando. Si no, ¿para qué se integra un coro, si no es para ser feliz y contagiar esa felicidad a quienes lo rodean?
Experimenta y descubre la armonía musical, pudiendo transferir esa armonía a tí mismo y a los demás. Descubre el ritmo de la serenidad y la tranquilidad. Admite la intensidad de tus equivocaciones y así puedes corregirlas. Perdona más rápido. Te entregas a ser dirigido, confiando plenamente. Dirige o canta dando seguridad al otro, entendiéndolo como persona que siente y tiene deseos de crecer no sólo como cantante o director.
En esta frecuencia apreciamos lo que tenemos, vivimos y sentimos que un CORO es un gran regalo para compartir con TODOS y entre TODOS. Es una simple reflexión.
Unidos en el canto coral.
Hugo Castro.
Publicada el 2021-01